lunes, 20 de mayo de 2013

Querido mío:
Te invito a tomar una taza de café caliente para estos fríos días de invierno eterno, pero no te lo tomes con alguien que no sea yo. Te invito también a acostarnos y dormir hasta que termine la semana, de todas maneras se sentirá como unas horas. Te propongo que vayamos a caminar y, luego, quién sabe lo que pase y a quién le importará.
Quiero lograr que sientas que sólo somos nosotros dos, que cada vez que estemos juntos se cree esa electricidad tan única pero tan común en los enamorados y sientas cómo la lluvia no te moja mientras nos besamos, cómo el frío no cala tus huesos mientras nos abrazamos y cómo el sol no te da su calor cuando estés lejos de mí.
Estoy dispuesta a ser una extranjera para buscar mi hogar hasta encontrarlo en ti y quedarme ahí por siempre, ya que en tus brazos soy la persona más segura y libre del mundo. Y es que no puedo pensar en nada más que en ti; que en nosotros. Ni las suaves gotas de lluvia que tanto me encantan pueden sacarme de mis pensamientos de madrugada, ¡es que te has llevado hasta mis ganas de dormir! Pero... ¿qué más da? Mataré cada segundo de la noche con un parpadeo, mataré cada minuto con una calada a mi cigarrillo hasta que cese de llover para calmar estas ganas de verte y ver si consigo dormir un poco. Es que las ojeras de amor se marcan más que cualquier otras.
Hay amores buenos y amores malos. Yo quiero amor del tuyo.
Adiós, querido mío, que la mala educación del amor no te corrompa en estas horas de la noche, ya que a nadie le gusta despertar en medio de ella. Adiós, querido mío. Un cigarro y una lluvia me esperan en el marco de mi ventana. Adiós, querido mío, no me juzgues por ser una loca enamorada.
Adiós, querido mío.

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