miércoles, 20 de noviembre de 2013

Vectores

Solo. No, vacío. Vacío y frío, o solitario y helado. Sinónimos, da igual, el punto es que en ese vacío solitario y frío helado callejón se encontraba una única alma, un solo cuerpo queriendo no ser ni estar. ¿Cómo lograría su cometido?  Habían varias formas para ello y había pensado en todas y cada una de las posibilidades. ¿Por qué? Nadie lo sabía, ni si quiera él mismo. Pero mejor así, no debía dar explicaciones.
¿Quién dice que de amor no se muere? ¡Qué mentira más estúpida! Sus ojos destilaban la tristeza pero nadie lo notó, nadie se preocupó a tiempo, ni si quiera él y así se fue consumiendo poco a poco, lentamente, sin darse cuenta de lo que le estaba pasando. Así fue como terminó en ese callejón alejado de todo lo que, sin saberlo, le hacía mal.

¡Ah, Dante, que daño le hiciste al muchacho!, ¿por qué te fuiste con la otra mujer? ¿Por qué no te quedaste con él? Mira el daño que le has hecho, hasta tal punto de quedar como un barco a la deriva. Mira el daño que le has hecho al muchacho.
Cada vez era y estaba menos. Mas cada vez, Dante se aparecía en sus pensamientos. Eran casi las once menos cuarto de la noche y se sentía más débil a cada minuto. Se sentía aquí y allá, en todas partes y en ningún lado. Cada vez era y estaba menos en ese callejón, cada vez se sentía y estaba más con Dante, en su pensamiento; en su casa.


Ya desvanecido en el frío helado y vacío solitario callejón, éste estaba lleno de luces rojas, gente histérica. ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? Interrogantes que nunca serán respondidas. Él ya no estaba ni en ese callejón ni en Dante. Él ya había dejado de existir. 

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